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Samsung Galaxy, imagen de la galería en flick de clasesdeperiodismo |
NOELIA
J. GARCÍA
Hace pocos meses
que me subí a esto del smartphone. ¡Sí, era de la era neolítica!. Pero
comprended que hasta hace poco pensé que el móvil servía sólo para hablar, para escuchar, para conversar.
Claro, sólo oralmente. Porque en realidad sigue sirviendo para lo mismo:
conversar, escuchar, que al fin y al cabo es lo que es la comunicación 2.0. “Lo de captar imágenes, grabar vídeo,
conectarse a Internet o procesar textos y datos es para otro tipo de aparatos”,
me decía. “Bastante que estamos localizados las 24 horas como para tener en el móvil más ‘chorradas’”. ¡Ay que risa!
Quien te ha visto y quien te ve, amiga. Ahora estoy pegada las 24 horas no al
auricular sino a la pantallita de mi Nokia C6-01. Y eso que es un smart
bastante normalito… De hecho, me
arrepiento sobremanera de no haberme comprado una de las estrellas de la telefonía móvil, IPhone o Samsung
Galaxy, porque así mi comunicación
llegaría a ser una ‘experiencia religiosa’ (citando aquel tema de Enrique
Iglesias).